En junio…para, coge oxigeno y continúa

¡Semana nueva, imagen-reflexión nueva! Parece que me repito mucho pero claro … llega último viernes del mes y ya sabes que comparto contigo una fotico mía en un formato polaroid dentro del proyecto 12 meses 12 momentos, para que podamos, tú y yo, reflexionar sobre algo no muy complejo pero quizá puedas incorporar como mini herramienta a la mochila, justo en este instante de tu camino, de tu vida.

¿Cuantas veces avanzas sin parar con todas tus obligaciones, responsabilidades, sueños, deseos con todo junto pero también con todo el desgaste físico y mental que todo ello supone?. Muchas, muchas veces te habrás respondido diciendo que no tienes más remedio, que no te puedes permitir parar, que si no lo haces tú no lo hace nadie más. Y mientras más y más estrés cargas en tu mochila más sensación de no poder parar tienes y entras en modo bucle. Más carga, más estrés y con ello más desgaste físico y mental y en consecuencia más dificultad para poder abordar todos tus frentes.  ¿Te cuesta parar cuando te ves inmerso en esas situaciones? ¿Escuchas las señales que te manda tu cuerpo cuando estás sobrepasado? O por contra piensas : «Ya descansaré. Yo puedo con todo. No es para tanto. Otras veces he podido, esta vez no es diferente.» 

En la consulta me encuentro con mucha frecuencia personas que han ido asumiendo a sus espaldas muchas cargas profesionales, familiares y personales sin medir las consecuencias que esto está suponiendo a su equilibrio físico y emocional hasta que un día ya no pueden más y revientan… ¿como tú?.

¿Por qué no paras antes de explotar? No te conozco pero tengo claro que no eres masoquista así es que cuando te encuentras en estas situaciones lo más probable es que te has visto inmerso sin tener conciencia del camino al que te estaba llevando. ¿Qué se te ha pasado por alto?:

  • Tu cuerpo te ha dado señales física: a lo mejor algún dolor sospechoso, malestar de estomago, dolores de cabeza, dificultades para relajarte, problemas para dormir.
  • Tus emociones están como si fueran una montaña rusa: bien te sientes de bajón, sin energía para nada, llorando a la más mínima o bien irritable con el mundo entero. «Pagando» tu malestar con tu entorno más cercano.
  • Tu agenda está a tope obligaciones: no te cuestionas que tienes que bajar el ritmo, «es así».
  • Tu mente no está igual de despejada: estás agotado mentalmente. Te cuesta mucho mantener la concentración y atención de tus obligaciones así que lo que antes te podía suponer 1 hora de tiempo ahora te cuesta 3 o incluso empiezas a posponer hacer las cosas porque no tienes energía para ello. Lo cual implica una mayor dosis de estrés ya que la agenda no se aligera de ninguna manera.
  • Tus nuevas obligaciones: los demás siguen haciéndote peticiones y a ti te cuesta mucho decir NO. No quieres decepcionarles, es tu «obligación» cumplir  siempre con los demás, si no lo haces te sientes culpable.
  • Tus momentos agradables han desaparecido: con suerte en el pasado has tenido momentos en que te has dedicado tiempo a tus aficiones, a tus amistades a disfrutar de pequeñas actividades agradables. En el peor de los casos ni siquiera te acuerdas si alguna vez lo has hecho.
  • Tus familiares, amigos o pareja te dan toques de atención: tu entorno más cercano te dice lo que tú no ves. Te recomiendan que pares, que te cuides, que no te ve bien. Pero te cuesta escuchar e incluso te molesta que te lo digan.

¿Qué puedes hacer si te encuentras en esa situación?

  • Ya has explotado y te encuentras con dificultades para afrontar tu día a día, no entiendes bien que te ocurre, y llevas una temporada tratando de hacerlo por tu cuenta pero sin el resultado deseado, no dudes en buscar ayuda de un psicólogo. El camino en compañía siempre es más llevadero.
  • Todavía no has llegado al límite pero te has visto identificado en muchos de los puntos antes mencionados y acabas de tomar conciencia del camino que estás haciendo, es el momento de PARAR, y coger oxígeno. ¿Haciendo qué?:
    • Cuestiona la carga de tu agenda: ¿todo es urgente e importante? ¿seguro?.
    • Busca apoyo: no sé si tus circunstancias familiares o personales lo permiten pero trata de apoyarte en las personas que te quieren. No tires hacia delante tu solo, evita caer en la tentación de «soy autosuficiente». Compartir con los demás, aunque solo sea emocionalmente ayuda a aligerar la mochila. En ocasiones el apoyo también incluirá un psicólogo, ¿por qué no?.
    • Atrévete a decir que NO: es más fácil escribirlo que hacerlo, ¿verdad?. Si valoras que esto supone una gran dificultad en tu vida cotidiana e implica una gran nivel de malestar emocional, planteate la posibilidad de que un profesional te entrene a hacerlo. ¡Eso es lo mejor, que se aprende!.
    • Dedícate tiempo: es importante que reequilibres obligaciones para empezar a destinar tiempo de ocio con el que equilibrar tu vida y oxigenar cuerpo y mente.  La frecuencia con que lo hagas es esencial. Tú también eres importante y si tu cuerpo y mente están desgastados dificilmente podrás atender  las prioridades de tu agenda.

 

 

Por el bien de tu bienestar emocional y para mantener a raya a tu querido estrés diario es muy importante que encuentres tus propias herramientas para equilibrar la balanza de la vida, lo desagradable con lo más agradable de lo contrario una y otra vez te verás abocado al borde del precipicio. Así es que aprovecha el siguiente embiste para aprender a parar, coger oxígeno, soltar estrés y continuar tu caminito.

¡Feliz día!

Nayra

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